A Clara Rincón le gusta ausentarse por las ventanas de sus ojos. Siente la mordida del frío en sus entrañas cuando inocula los recuerdos que aún en el ayer la despertaban. Siente la presión de sus anhelos bombeándole el bajo vientre y quiere escapar, huir de la irrealidad en la que se mueven sus párpados cada noche, cuando se le resbala la piel, dejándola sola y vacía entre las magulladuras de libros olvidados, cuarteándose alguna hoja entre sus labios. Clara sonríe y abisma la luz que irradia en su interior; como marmota durmiendo entre hojas de laurel, Clara hace perennes todos sus sueños.
domingo, 22 de abril de 2012
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