Clara Rincón huye de las mariposas que se enzarzan en su tejido levemente. En la piel siente alas que le crecen, que le muerden toda por dentro, escozores y picaduras es lo que siente cuando abre temerosa los ojos de larva ante la puerta de su armario. No sabe qué ponerse. Clara siempre recuerda lo útil que fue tirarlo todo en el estanque, cuando los gusanos emponzoñaban todo y Clara rebuscaba en sus ojos agujeros por donde colarse. Clara apenas siente las señales. De rincones se guarda siempre en los zapatos. Clara abandona la estancia, uña y piel sobre su carne.
miércoles, 18 de julio de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)