domingo, 18 de mayo de 2008

Clara Rincón 26



A Clara se le escapan lágrimas en la memoria y recuerda los golpes, zarandeos de su voluntad contra las paredes del cuarto. Clara Rincón estalla costillas y quiebra una lágrima y se cuelga boca abajo, en la pared, para buscarse, malditos escondites escarbando el suelo. Mientras, un hálito de luz le golpea en la frente.

Clara Rincón 25




A Clara Rincón le bullen las neuronas de plástico en el látigo y en los golpes de su barbilla contra el asfalto. Le nacen cicatrices, se le abren las viejas, y se las muerde y las devora, las unta en su salsa de vísceras y sesos que caen desparramándose sobre su vientre plano. A Clara le salen bultos que ríen regodeándose en su imperio.

Clara Rincón 24




Clara Rincón come del silencio que la atrapa. Su vientre se hincha a diario. Engulle los minutos y las pausas y las horas se le atragantan. Come de las esperas, del lento gemir de su garganta y de las fosas, come cada día un elixir de paz, se atrinchera en las ventanas de la noche, come versos y pan cuando lee entre líneas. Come de los relámpagos que día tras día la atosigan en su cuarto sin luz, en su Clara sin fronteras. Clara Rincón come hasta reventar los límites de sus octosílabos y sus aceras.

Clara Rincón 23




A veces se pregunta Clara por qué puede hablar con las piedras y con el mar, con los peñascos de sal y con las gaviotas. Por qué sin ser pájaro ni mineral conoce el lenguaje de estos seres y se comunica con ellos sin usar la voz. Clara les escucha y atiende sus ruegos y sonríe. Ya pensará en ellos mañana.