Clara Rincón se suma a sus pensamientos, orinal de las mentiras por donde evacua los gritos de desesperación en silencio. Sus abuelos son los remanentes del espacio en la sala, estatuillas vestidas de luto cuando la muerte viene y va pisándole los talones pero Clara no muere, vive aunque sea en lo más recóndito del acero gris de las almas que flotan en su pequeño universo desmadejando las entrañas de los que sí mueren y se pudren en los esqueletos del armario. El armario guarda las polillas, misterios que aún siguen sin descubrir.
viernes, 14 de septiembre de 2007
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