Clara Rincón se precipita hacia la luz. Corre, e intenta tocarla y al mismo tiempo que la atraviesa se da cuenta de que no hay nada, traga aire y levita, sus pulmones son de corcho cuando al levantar una mano se toca la frente y arde todavía la llama del sueño que tuvo antes de caerse de la cama.
martes, 3 de marzo de 2009
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