A Clara no le apetece salir de noche. Se queda en casa observando las manecillas del reloj girar hasta que su cabeza se convierte en la noria de cualquier feria de atracciones. Se fija Clara en el punto redondo de su universo y agua viva de sus noches. Tiene Clara en qué pensar: en un mundo sin color que se va apagando al mismo tiempo que lo hacen las estrellas que se alzan sobre su cama. La noche regala su magia y Clara la atrapa y la hace suya, la mece en su rincón de versos.
miércoles, 1 de agosto de 2007
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