miércoles, 18 de julio de 2012

Clara Rincón 30

Clara Rincón huye de las mariposas que se enzarzan en su tejido levemente. En la piel siente alas que le crecen, que le muerden toda por dentro, escozores y picaduras es lo que siente cuando abre temerosa los ojos de larva ante la puerta de su armario. No sabe qué ponerse. Clara siempre recuerda lo útil que fue tirarlo todo en el estanque, cuando los gusanos emponzoñaban todo y Clara rebuscaba en sus ojos agujeros por donde colarse. Clara apenas siente las señales. De rincones se guarda siempre en los zapatos. Clara abandona la estancia, uña y piel sobre su carne. 

domingo, 22 de abril de 2012

Clara Rincón 29

A Clara Rincón le gusta ausentarse por las ventanas de sus ojos. Siente la mordida del frío en sus entrañas cuando inocula los recuerdos que aún en el ayer la despertaban. Siente la presión de sus anhelos bombeándole el bajo vientre y quiere escapar, huir de la irrealidad en la que se mueven sus párpados cada noche, cuando se le resbala la piel, dejándola sola y vacía entre las magulladuras de libros olvidados, cuarteándose alguna hoja entre sus labios. Clara sonríe y abisma la luz que irradia en su interior; como marmota durmiendo entre hojas de laurel, Clara hace perennes todos sus sueños.

martes, 3 de marzo de 2009

Clara Rincón 28


A los trece años Clara Rincón quiere ser musa y dejarse olvidar en las notas musicales de un verso, quiere ahondar en el amor y perpetrar con su voz una nota de silencio. Pero Clara Rincón es la música y no es musa, es poeta, edificadora de los silencios que la nutren, engulle las pausas sin respirar hasta clavarse costillas acordeón y cielo. Clara Rincón se estira hasta alcanzar el centro de su alma y entonces acaricia la luna y se la mete dentro. Su alma, una luna que casi alcanza el cielo.

Clara Rincón 27


Clara Rincón se precipita hacia la luz. Corre, e intenta tocarla y al mismo tiempo que la atraviesa se da cuenta de que no hay nada, traga aire y levita, sus pulmones son de corcho cuando al levantar una mano se toca la frente y arde todavía la llama del sueño que tuvo antes de caerse de la cama.

domingo, 18 de mayo de 2008

Clara Rincón 26



A Clara se le escapan lágrimas en la memoria y recuerda los golpes, zarandeos de su voluntad contra las paredes del cuarto. Clara Rincón estalla costillas y quiebra una lágrima y se cuelga boca abajo, en la pared, para buscarse, malditos escondites escarbando el suelo. Mientras, un hálito de luz le golpea en la frente.

Clara Rincón 25




A Clara Rincón le bullen las neuronas de plástico en el látigo y en los golpes de su barbilla contra el asfalto. Le nacen cicatrices, se le abren las viejas, y se las muerde y las devora, las unta en su salsa de vísceras y sesos que caen desparramándose sobre su vientre plano. A Clara le salen bultos que ríen regodeándose en su imperio.

Clara Rincón 24




Clara Rincón come del silencio que la atrapa. Su vientre se hincha a diario. Engulle los minutos y las pausas y las horas se le atragantan. Come de las esperas, del lento gemir de su garganta y de las fosas, come cada día un elixir de paz, se atrinchera en las ventanas de la noche, come versos y pan cuando lee entre líneas. Come de los relámpagos que día tras día la atosigan en su cuarto sin luz, en su Clara sin fronteras. Clara Rincón come hasta reventar los límites de sus octosílabos y sus aceras.

Clara Rincón 23




A veces se pregunta Clara por qué puede hablar con las piedras y con el mar, con los peñascos de sal y con las gaviotas. Por qué sin ser pájaro ni mineral conoce el lenguaje de estos seres y se comunica con ellos sin usar la voz. Clara les escucha y atiende sus ruegos y sonríe. Ya pensará en ellos mañana.

viernes, 25 de abril de 2008

Clara Rincón 22




Cada tarde, Clara Rincón hace las maletas. Quiere escapar de sus rutinas y se prepara para un viaje en el que la palabra “volver” amortigua los latidos de su corazón. Cuando termina, lo revisa todo: los sesos que le regaló su abuela al cumplir los doce años en un frasco de cristal junto al tomillo que su madre luce en el pelo, las semillas que injertó su padre en su madre y un tarro con agua para regarlas. Piensa que si lo hace nacerá otra Clara con quien hablar y compartir su mundo submarino nadando entre los peces que la acompañan. Entre las semillas y los sesos esconde su alma de poeta donde entierra los versos que la conmueven y un jirón de noche para alumbrar los rincones y un ojo de luna que la mira. El ojo parpadea, un interruptor que interrumpe los pensamientos y divaga mucho o poco sobre esto. No entiende el mensaje del ojo de la luna pero lo guarda igualmente. En un rincón de la maleta deja una estrella, la que un día la invitó a subir, y junto a ella los besos que nunca compartirá con nadie. Cierra la maleta Clara y abre la puerta. Da unos pasos, breves. Cierra la puerta. Ha olvidado la maleta y vuelve. Siempre vuelve Clara, Clara siempre y nunca recuerda por qué.

viernes, 18 de abril de 2008

Clara Rincón 21


Atisba un átomo de luz Clara entre sus pentagramas de dedos musicales, cuando se levanta otea el cielo en busca de respuestas de una gran magnitud lírica y al acostarse cuando cierra los párpados escucha los tambores de fondo como en un sueño. Clara no se esconde tras las sábanas y si escucha un ruido en algún rincón, aúlla fuerte. Se cree loba de madre pantera viviendo en selvas de pantanos milagrosos. La curan las raíces del tiempo, ancladas en sus vísceras de esparto. Parte lianas en las medias lunas y si el tiempo lo requiere desanda todos sus pasos hasta comenzar por el principio. Clara Rincón se recuesta en su última huella encogida en postura fetal y el universo amamanta sus úlceras de noche para volver con los cántaros vacíos de la lluvia en su cama de arena. Arrastra Clara sus pateras que la devuelven al frío y la cobijan de la lluvia.

Clara Rincón 20


Clara Rincón es cofre de la voluntad ajena. Muerde el muérdago de su boca en su aliento sin la comezón del día. Presiente que algo va mal, que la sacude y embota su cerebro. Chirrían sus párpados en el rojo de la tarde cuando oscurece, cuando sus rodillas malgastan el suelo y se flexiona de brazos en el antepecho de la ventana y reza musitando palabras que la sacuden por dentro y por fuera y hacia adentro. Cree tocar el cielo con sus manos durante una fracción de segundo en el que sus pensamientos se rebelan ante la funda de la noche que la envuelve, que la guarda y la comprime en su cáscara de nuez pero ella no, no sale de su purgatorio inestable donde la frente estalla y golpetea contra los focos inacabados bajo sus botas y mientras… un pendiente desgastado resbala de su nariz.

Clara Rincón 19


Clara Rincón sube a la torre de la escalera, cuenta las verdades en cada peldaño y se asoma en las agujas de la hora. Extiende sus dedos largos marcando los silencios en el compás de la tarde. Se inclina a un lado y la cabeza trastabilla en los versículos del pie que resbala en los subsuelos del meridiano y expulsa el diccionario adyacente del orgullo en la piedra versátil de su aliento. Ángulo voraz de la alambrada en sus púas, espinas de la carne sobre la carne del alma.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Clara Rincón 18


Clara Rincón cuenta estrellas desde su palco de luces. Una le guiña un ojo y la invita a subir para galopar en las nubes. Desciende un hilo que la atrapa y vuela paloma... escucha retumbar en sus oídos los susurros de la noche. Cuando llega, galopa sobre el blanco y el negro. Voltea las paredes del cielo en un sí y un no que desciende en su garganta destrozada arrancando espasmos de notas musicales, y los versos que golpean en su sangre de alquimia, agua sin vendas en los ojos del mundo.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Clara Rincón 17









Clara Rincón se suma a sus pensamientos, orinal de las mentiras por donde evacua los gritos de desesperación en silencio. Sus abuelos son los remanentes del espacio en la sala, estatuillas vestidas de luto cuando la muerte viene y va pisándole los talones pero Clara no muere, vive aunque sea en lo más recóndito del acero gris de las almas que flotan en su pequeño universo desmadejando las entrañas de los que sí mueren y se pudren en los esqueletos del armario. El armario guarda las polillas, misterios que aún siguen sin descubrir.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Clara Rincón 16






Clara Rincón espera sumida en el silencio el lento cabalgar de las horas. Como un fardo más en el fondo de la sala cuenta los minutos. Desde su corta estatura todo lo que alcanza a ver son figuras de negro con rostros blancos, pálidos, cadáveres que se amontonan en el salón. Rostros tristes, serios, tal vez compungidos, pero todos son máscaras del engaño, atroz, que sube por su garganta hasta despellejarla, viva.











Clara Rincón 15






A los siete años Clara Rincón pierde su sentido vertical y aletea gravilla y grava bajo sus párpados y lengua. Come piedra y la sangre comienza a fluir, rojo arriba, rojo abajo hasta que su mundo se paraliza y surgen las estrellas que la cubren bajo un manto negro. Clara Rincón patalea mientras los hombres de blanco la sujetan con fuerza y siente la aguja suturando sus comisuras en camisas de guantes blancos. Mariposa en los jardines del alba sosteniendo un guijarro entre sus dientes, y Clara Rincón respira y siente que todavía puede mover sus alas.

Clara Rincón 14



Clara Rincón se asoma a los tejados y divisa el sol desde sus manos y desde cada punta de sus dedos. Se siente pájaro y rama y arbusto, un elemento más de ese paisaje ambarino, pluma y horizonte, perspectiva horizontal en los vórtices del alma.

Clara Rincón es fragua de su soledad, diafragma del apéndice de sus días, suspira alto hasta elevar su aliento en el torrente celestial de agua caída del pico de un pájaro.

Clara Rincón 13




A Clara no le apetece salir de noche. Se queda en casa observando las manecillas del reloj girar hasta que su cabeza se convierte en la noria de cualquier feria de atracciones. Se fija Clara en el punto redondo de su universo y agua viva de sus noches. Tiene Clara en qué pensar: en un mundo sin color que se va apagando al mismo tiempo que lo hacen las estrellas que se alzan sobre su cama. La noche regala su magia y Clara la atrapa y la hace suya, la mece en su rincón de versos.


Clara Rincón 12





A los cinco años sale de casa por vez primera acompañada de su madre. La cuerda le tira, le oprime los párpados y con sus gafas de doble concha empaña los cristales de todos los escaparates. Se para frente a uno y se alza de puntillas para poder ver mejor. Se acerca tanto que el cristal y Clara se hacen amigos inseparables. De pronto todo se hace negro y de Clara no queda más que una masa deforme estirándose y alargándose, creciendo y menguando, un átomo más de aquel escenario mientras su madre tira de la cuerda… Clara se hincha y encoge varias veces como un globo hasta que al final revienta esparciéndose en diminutos confetis por el desagüe.


miércoles, 18 de julio de 2007

Clara Rincón 11




Clara Rincón deambula por cada rincón de su casa. Mira a su padre, olvida a su madre y una nota de cruel silencio se instala entre los tres. Se esconde Clara en los huecos recovecos de su amarga existencia, no es Clara una niña ni mujer, es un feto permanente en las ojeras de su madre, embrión cosido y tallado a su placenta desmembrada. Olvida Clara las risas de la noche que le arroja el viento, y sopla, y sopla, y gime buceando en todas las direcciones, y escalando las cornisas. Es un bulto más, un aguijón en la fachada de la casa. Clara, un montón de huesos en la escala social de su familia.

Clara Rincón 10



A los tres años en su primer día de colegio, Clara adivinó pronto lo que eran los rincones. La dejaban siempre allí, en su butaca de madera, apartada del resto, mirando desde afuera la clase. Clara veía a los niños como muñecos de trapo, pero les oía reír y sus voces torturaban su silencio hasta alcanzar límites sangrientos en su muñeca magullada.